Archivos en la Categoría: Sistemas naturales

Un visitante inesperado

Por Héctor

Hace algunas semanas me enteré de que en el pueblo de Cabo Rojo fue avistada una Avoceta Americana (Recurvirostra americana).  Aunque desapercibida para la mayoría de las personas, en el mundo de los observadores de aves o bird-watchers esta noticia ha sido de suma importancia.  Y es que no se trata de cualquier visitante, ésta es una ocasión única. Ayer tuve la oportunidad –junto a Alberto López y Vanessa Ortíz— de de ir hasta el del Refugio de vida silvestre de Cabo Rojo, por el sector de Combate, para observar esta magnífica ave.

Avoceta Americana -- Foto por Alberto López ©

Según me contaron, esta especie ha sido observada en Puerto Rico menos de 5 veces en los últimos 30 años. Este tipo de avistamiento se conoce como «accidental», ya que nuestra isla está fuera de la ruta migratoria regular de esta ave. Es por eso que es tan especial su visita.

Habiendo viajado por más de dos horas para ver y fotografiar la Avoceta y cumplido esa meta, aprovechamos el viaje y dimos una vuelta por la Laguna Cartagena. Allí observamos varias especies como el Pato Dominico, Pato Zarcel, Sora, Gallareta, Gallareta Azul, Ibis Lustroso, Reinita Pica Tierra, Reinita Palmera, entre otras.

Ibis Lustroso (Plegadis falcinellus) -- Foto por Alberto López ©

Las Salinas de Cabo Rojo y la Laguna Cartagena ofrecen lugares únicos en Puerto Rico para observar aves. Estos espectaculares ecosistemas no sólo albergan muchísimas especies a través del año, sino que se convierten en un refugio invernal año tras año para decenas de especies migratorias, algunas tan extraordinarias e inesperadas como la Avoceta.

El Karso: agua y vida

Por Héctor

Cueva en el Tanamá. Foto: Alberto López.

Cueva en el Tanamá. Foto: Alberto López.

Por el valor que representa la zona kársica para los y las habitantes de Puerto Rico y la urgencia de protegerla, la Legislatura aprobó en el 1999 la Ley para la Protección y Conservación de la Fisiografía Cársica.  Entre otras cosas, esta ley reconoció la importancia del Karso para el abastecimiento de nuestros acuíferos y la producción natural de agua fresca en la Isla. También lo identificó como un ecosistema rico en biodiversidad y como último resguardo de muchas especies únicas que habitan nuestros bosques. La ley fue más que una declaración. Además de resaltar su valor, proveyó mecanismos específicos para lograr la conservación y el aprovechamiento sostenible de la zona. Es evidente que los legisladores reconocieron en ese momento la importancia de la zona kársica para la vida y bienestar de los y las puertorriqueños y puertorriqueñas.  Hoy, ante la amenaza de enmendar esa ley, el reclamo para la conservación del Karso ha aflorado como requisito para asegurar nuestro futuro.  Sin embargo, la historia atestigua que el futuro no se forja solo.

Foto por Alberto López ©

Para lograr sus objetivos, la ley ordenó al Departamento de Recursos Naturales (DRNA) que desarrollara un estudio que identificara áreas a ser protegidas. Específicamente, la ley mandó al DRNA a que identificara áreas que bajo ningún concepto pudieran ser utilizadas para la extracción de materiales de la corteza terrestre con propósitos comerciales, ni para explotaciones comerciales.  La ley no pretendía evitar toda práctica comercial en el área, sino que se le confiriera mayor protección a la misma y se evitaran actividades con el potencial de degradarla irreversiblemente. Tan es así que la propia ley proveyó para que el DRNA ofreciera alternativas, de forma que esa mismas actividades pudieran desarrollarse en otras áreas de la zona.  También identificó formas de explotación que debían ser custodiadas con mayor rigor por parte del Estado, esto para evitar su deterioro a largo plazo.  La Ley del Karso, en fin, nunca pretendió detener el desarrollo comercial de la zona, y mucho menos negarle a los habitantes de la región la oportunidad de tener una vida próspera, sino todo lo contrario.

El 30 de septiembre de 2008, es decir, 9 años después de aprobada la ley que lo ordenó, se terminó el estudio.  Hacerlo no tardó 9 años, y el lapso que aconteció entre ambos eventos seguramente obedeció a razones que no nos son ajenas: a alguien no le convenía.  ¿A quién afectaría negativamente el estudio del Karso?  Con toda certeza se trataba de alguien que deseaba explotar la zona sin límite alguno.  ¿Dueños de canteras? Posiblemente.  Con toda seguridad querían derivar del Karso todo beneficio posible para sí.  ¿Y el resto del pueblo?  Para ellos y ellas, para nosotros y nosotras, nada.  Nada.  Así las cosas, se estancó el proceso.  Pero aun con oposición, contra viento y marea e interviniendo los tribunales por solicitud de grupos comunitarios y ambientales, específicamente Ciudadanos del Karso,  el estudio se realizó.  Ya tenemos el estudio del karso, una garantía de sustentabilidad.

Áreas del Karso con prioridad de conservación (Estudio del Karso, 2008)

Sin embargo, la historia no parece terminar. Así como a alguien no le convenía su realización, a alguien no le conviene ahora su implementación.  La Legislatura de Puerto Rico tiene ante su consideración un proyecto de ley que enmendaría la Ley del Karso, cuyos principales propulsores son los representantes Eric Correa y Waldemar Quiles.  Entre otras cosas, las enmiendas propuestas atrasarían la implementación del estudio y le darían discreción al Secretario del DRNA para verificarlo y enmendarlo a su antojo. Pero, ¿por qué poner más obstáculos para proteger esta zona de tan extraordinario valor? ¿Cómo es posible que casi 10 años de esfuerzos de diversos sectores se dejen al arbitrio de un funcionario del Gobierno? ¿A quién no le conviene el estudio del Karso?  No sabemos con certeza.  Lo que sí sabemos, aquello que es indudable, innegable, indiscutible, son los beneficios que el Karso provee, beneficios que son generales, beneficios para todos y todas los puertorriqueños y puertorriqueñas, los y las de hoy, los y las de mañana y hacia el futuro.

Repasaré, arriesgándome a repetirme, lo que el Karso nos da: de los acuíferos que se recargan de este sistema se extraen millones de galones de agua diariamente para diversos usos; éste provee la principal fuente de agua para gran parte de la industria farmacéutica de la zona norte y muchas vaquerías del país; es importantísimo para nuestra biodiversidad: contiene el mayor número de especies de árboles por unidad de área en Puerto Rico, alberga una de las mayores y diversas poblaciones de aves en la isla, es el hogar de un sinnúmero de especies en peligro de extinción, muchas de las cuales no existen en ninguna otra parte del mundo, y en sus cuevas viven las poblaciones más abundantes de murciélagos de la isla; contiene el sistema más largo y complejo de cuevas y paisajes subterráneos de Puerto Rico, entre los que se destaca el Río Encantado; y sus bosques húmedos poseen uno de los paisajes más espectaculares del Caribe, entre muchas otras cosas. ¿No vale la pena proteger todo esto? ¿No merecemos, como puertorriqueños y puertorriqueñas, el beneficio y disfrute de las riquezas que el Karso provee? ¿Por qué relegar su protección al arbitrio de unos pocos, como si nuestra supervivencia estuviera desligada de éste?  ¿Por qué desprotegerlo para beneficiar a dos o tres?

Dejar sin efecto el estudio del Karso imposibilitaría su conservación a largo plazo y lo sujetaría, como tantas otras cosas en este país, a la politiquería y al chantaje.  Me gusta pensar que merecemos más, que habrá Karso para el futuro.  Pero, otra vez, el futuro no se forja solo.  Allá en sus mogotes, cantarán sus aves, y el murmullo del agua hará eco en sus colinas, ajenos al atentado que se orquesta en el Capitolio.  A poca distancia, sobre la caliza desnuda, en las canteras retumbará el ladrido de las máquinas. ¿Cómo evitar su destrucción? ¿Cómo ayudar a conservarlo? ¿Cómo asegurárselo a ésta y las póximas generaciones? Tenemos en nuestras manos el futuro del Karso, la preservación de la vida que cobija y la protección de sus aguas. Es nuestra responsabilidad como país. Afrontémosla.

Para más información de cómo puedes ayudar a proteger el Karso visita la página de Ciudadanos del Karso y únete a su grupo de Facebook aquí.

El karso de Puerto Rico

Como parte de su tercera edición Verde de marzo-abril 2010, el periódico Diálogo de la Universidad de Puerto Rico publicó una serie de artículos sobre el recurso agua en Puerto Rico, los sistemas naturales que lo proveen, sus amenazas y la lucha por su conservación. Entre los sistemas naturales más importantes para el ser humano por ser un proveedor importantísimo de «agua dulce» en la isla, se encuentra el karso. Este sistema, formado por la disolución de roca caliza  que a su vez es el producto de la deposición y solidificación de restos de animales marinos por millones de años, nutre los acuíferos más grandes e importantes de la isla. El agua que discurre por estos sistemas, en principio resultado de la lluvia que percola la roca, es de vital importancia para cientas de miles de personas que se aprovechan de ese recurso. Incluyo abajo algunos servicios del karso reseñados por Karisa I. Cruz Rosado en su artículo: La batalla del Karso, publicado en el periódico. La edición Verde de Diálogo puede accederse en internet de forma gratuita aquí. Mis felicitaciones a todos los que participaron en la edición por un trabajo excelente. Las foto que incluyo en esta entrada fueron tomadas por Alberto López (©).

Servicios del Karso de Puerto Rico:

  1. De su subsuelo se extraen actualmente alrededor de 52 millones de galones de agua para consumo, aunque su capacidad de producción puede llegar hasta 200 millonesde galones diarios, de acuerdo al Plan Integral de Agua de abril de 2008.
  2. Provee la principal fuente de agua para gran parte de la industria farmacéutica de la zona norte y muchas vaquerías del país.
  3. Contiene el mayor número de especies de árboles por unidad de área en Puerto Rico.
  4. Alberga una de las mayores y diversas poblaciones de aves en la isla, aún más que la reportada en el Yunque
  5. Es el hogar de un sinnúmero de especies en peligro de extinción, entre las que figuran el Guabairo de Puerto Rico, el Sapo Concho, el Coquí Llanero, la Cotorra Puertorriqueña y la Boa Puertorriqueña. Todas las mencionadas son endémicas, es decir, no ocurren en ninguna otra parte del mundo.
  6. Contiene el sistema más largo y complejo de cuevas y paisajes subterráneos de Puerto Rico, entre los que se destaca el Río Encantado.
  7. Alberga una parte significativa de plantas designadas como vulnerables o en peligro de extinción, como el Palo de Rosa y el Matabuey.
  8. En sus cuevas viven las poblaciones más abundantes de murciélagos.
  9. Sus bosques húmedos poseen uno de los paisajes más espectaculares del Caribe, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS en inglés.)
  10. Contiene los mayores depósitos paleontológicos, así como los fósiles de flora y fauna más importantes de la isla

La mayor parte de la información obtenida por los reporteros de Diálogo proviene de los Ciudadanos del Karso, una organización no gubernamental sin fines de lucro dedicada a la protección y conservación de los recursos naturales del karso puertorriqueño.

El primer paso

Por Héctor

Llevo ya algún tiempo – días que se convirtieron en semanas, semanas que se convirtieron en meses – pensando cómo sería este espacio y qué escribiría en él. Hoy, he decidido dejar de complicarme y empezar. Después de todo, de nada sirve el teorizar si no se pretende actuar, o más aún, si no se actúa. Espero que esta sea la primera de varias reflexiones que giren en torno al mundo natural puertorriqueño: su flora, su fauna, sus ecosistemas, sus espacios verdes, sus bosques secos, húmedos, urbanos y montanos. Biodiversidad es diversidad biológica, es lo vivo que ocurre en un lugar particular. Puerto Rico es esta isla de «100 por 35» millas que emergió del océano  y se encuentra en el Caribe Insular. Es la menor de las Antillas y la más al este. En este espacio nos ocuparemos de la diversidad biológica y no biológica -no viva en el sentido estricto- puertorriqueña. Ahí donde nace el verde de nuestros paisajes,  el sonido de nuestras noches y tantas otras cosas…

Ascia monuste en flor de Amapola

La foto anterior fue tomada en la Isla Caja de Muertos, una pequeña isla 4.8 millas náuticas al sur de la costa ponceña que forma parte de la reserva natural que lleva el mismo nombre. Tuve la oportunidad de visitarla en noviembre de 2008 por la invitación que me hicieran Ana V. Longo y Alberto L. López, dos amigos que comparten la misma pasión por la naturaleza que me motiva a escribir estas líneas. A continuación muestro algunas fotos de mi visita a la isla así como información obtenida en la página electrónica del Departamento de Recursos Naturales, agencia que tiene a cargo el manejo de la reserva.

drna-low

El nombre de esta isla se adjudica al hecho de que desde algunos puntos del área sur su forma se asemeja a la de un cuerpo acostado sobre el agua.

Isla Caja de Muertos

Otrora refugio de Ramón Emeterio Betances y Segundo Ruíz Belvis, escondite de piratas, antiguo hogar de nativos caribeños y cimiento de un faro que tiene ya más de dos siglos, Caja de Muertos es además un lugar con gran valor natural. Esta reserva cuenta con diversos ecosistemas: playas de arena, costas rocosas, manglares, bosques secos, cuevas y arrecifes de coral. Es además hábitat para elementos importantes de la flora y la fauna puertorriqueña, dentro de los cuales se encuentran especies endémicas y en peligro de extinción.

El día de nuestra visita hubo varios episodios de lluvias fuertes y el cielo permaneció nublado, un panorama extraño en una isla dominada por el tiempo seco la mayor parte del año.

Llegando a la isla

Luego de compartir en el área de gacebos y de escondernos de la lluvia que caía sin dar indicios de detenerse, nos enfrascamos en una caminata de unos 20-25 minutos a través de una vereda que, entre cactos y vegetación espinosa, conduce al faro.

Faro

Vista desde el faro

En esta caminata – además de especies de flora que en su mayoría no conozco – tuvimos la oportunidad de observar componentes de la fauna que también se encuentran en la isla grande como el Zorzal Pardo y la Tórtola (Cardosantera), así como lagartijos e invertebrados. En la isla también pudimos observar aves asociadas a las costas y aguas oceánicas, como el Pelícano Pardo, el Rabijunco y la Boba Parda. Hay otras especies que según el DRNA están presentes en en la isla pero que no tuvimos la oportunidad de observar durante nuestra visita, como por ejemplo la Siguana Común, la Siguana de Rabo Azul y la Culebra Corredora, así como tortugas marinas y otras especies de aves. El único grupo de vertebrados presente en la isla grande que no está representado en Caja de Muertos son los anfibios, que por la salinidad del aire y el clima xerofítico han sido incapaces de colonizarla. A pesar de toda esta diversidad de vertebrados, son los invertebrados, y especialmente las mariposas, el elemento de la fauna más característico y abundante de la isla.

Agraulis vanillae

Las riquezas naturales que esconde esta isla conservan su integridad por la protección que le ha brindado el del gobierno de Puerto Rico. En la misma no se permiten más de de 300-325 personas a la vez, sólo está permitido caminar por las veredas, hay un límite al número de botes que pueden anclarse en sus aguas y, como en el resto de la isla, se penaliza el arrojar basura.

La preservación de este valiosísimo recurso natural comprendido por la Reserva Natural Isla Caja de Muertos es responsabilidad de todos los puertorriqueños. Esa responsabilidad que quizá no es otra cosa que el velar qué hacer, o qué no hacer, para conservarla. El primer paso para conservarla es, por otro lado, conocerla. Caja de Muertos está llena de vida. Sus playas de arenas blancas, bosques y todas las riquezas que estos esconden están esperando. Visítala.