Según la agencia federal, se están designando aproximadamente 27,488 acres como hábitat crítico en o alrededor de los Bosques del Yunque y Maricao, donde la especie vive en la actualidad. También porciones del Bosque estatal de Carite por ser óptimos para su reintroducción, aunque en estos momentos no se encuentra en esa localidad. El hábitat crítico propuesto consiste en terreno federal (42%), terreno estatal (43%) y terreno privado (15%).
La designación significa que el área cubierta tiene protecciones adicionales cuando el gobierno federal vaya a realizar, autorizar o financiar actividades allí. La más importante es que se requiere un proceso de consulta para determinar que las actividades propuestas no resulten en destrucción o modificación adversa del hábitat de la reinita.
Foto: Mike Morel, 2009 (Creative Commons)
A pesar de ser una noticia positiva y un paso importante para la conservación de esta especie, el alcance de estas protecciones es limitado porque son pocas las circunstancias en las cuales una actividad requiere aprobación del gobierno federal, que es a quien le aplica esta limitación. La poda de árboles, la construcción de caminos y el desarrollo de vivienda o proyectos agrícolas, entre otras, son actividades que – con la excepción de aquellas que afectan cuerpos de agua – de ordinario no requieren intervención alguna del gobierno federal.
Es un buen momento para recordar que el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, la agencia local que tiene como propósito conservar los recursos naturales en Puerto Rico, no ha tomado ninguna acción afirmativa para proteger esta ni ninguna otra especie en la isla desde hace más de 10 años.
Para más información accede la página del FWS aquí.
Para acceder la reglamentación en el Federal Register, presiona aquí.
El Pitirre (Tyrannus dominicensis) es un ave nativa de Puerto Rico que tiene un nombre onomatopéyico. Esto quiere decir que el nombre que le hemos dado (en Puerto Rico y Cuba, donde también está) hace alusión al sonido que produce. Se llama así porque así es que canta. El Pitirre hace «PI-TI-RRE» (escúchalo aquí). De ahí sale su nombre.
El nombre coquí también es onomatopéyico. Es indudable que el coquí que mejor conocemos, el Coquí Común (Eleutherodactylus coqui), hace «CO-QUÍ» cuando canta (escúchalo aquí). Sin embargo, hay que tener en mente que en Puerto Rico existen 17 especies de coquíes y que, de éstas, sólo 2 hacen «coquí». Así que esas dos especies son las únicas que tienen nombres onomatopéyicos propiamente (la otra es el Coquí de la Montaña, E. portoricensis). Las demás 15 especies de coquíes hacen sonidos distintos, que van desde silbidos hasta series de diferentes notas en patrones variados.
Como es de esperarse, para tener un nombre onomatopéyico, el animal tiene que producir algún sonido. Todos los coquíes podrían tener nombres de este tipo, porque los machos de todas las especies cantan en las noches. Lo mismo ocurre con las aves, ya que también vocalizan. Los lagartijos y otros animales que no «cantan» no pueden tener nombres onomatopéyicos, pues no hay sonido que imitar con palabras.
Otro coquí que también tiene un nombre onomatopéyico es el Coquí Churí (Eleutherodactylus antillensis). Esta especie, que es común en toda la isla, incluyendo urbanizaciones, jardines y áreas urbanas, hace un sonido similar a «CHU-RÍ», como su nombre (escúchalo aquí). También produce una serie de notas similar a un «QUÍ-QUÍ-QUÍ-QUÍ».
El Querequequé es otra especie que tiene un nombre que hace alusión a su canto. Si durante las tardes escuchamos el cielo en Puerto Rico, seguramente notaremos su inconfundible «QUE-RE-QUE-QUÉ» (escúchalo aquí). Eso sí, sólo vamos a poder escucharlo en el verano, pues es en esta época que nos visita para reproducirse. El resto del año vive en América del Sur.
Otras dos especies de aves con nombres onomatopéyicos, ambas endémicas, son el Bienteveo (Vireo latimeri) y el Juí (Myiarchus antillarum). Así, una de las variaciones del canto del Bienteveo es «BIEN-TE-VEO» (escúchalo aquí), mientras que el canto principal del Juí es, precisamente, un «JUIIIÍ» alargado (escúchalo aquí).
El fenómeno de la onomatopeya en el nombramiento de nuestra flora sin duda refleja la gran creatividad de nuestra gente. También demuestra su capacidad de observar y escuchar el mundo que nos rodea, un recuerdo más de que hay mucho que ver y oír a nuestro alrededor.
¿Conoces alguna otra especie con un nombre onomatopéyico? ¡Compártela con nosotros!
Esta entrada fue actualizada el 2 de junio de 2023.
Los zumbadores, también llamados colibríes o picaflores, son aves americanas –es decir, únicas de las Américas– que se caracterizan por su plumaje iridiscente, pico largo y puntiagudo, aleteo activo y su especial relación con las flores. Estos pertenecen a la familia Trochilidae, que está extensamente representada en el trópico.
Otros zumbadores que visitan la isla accidentalmente son el Zumbador de Garganta Roja (Archilochus colubris), el Zumbadorcito Menor (Mellisuga minima) y el Zumbador de Garganta Púrpura (Eulampis jugularis).
Este colibrí es un ave pequeña de pico largo y curvo. Es completamente verde iridiscente.
Al igual que otras especies de zumbadores, no se alimenta solamente del néctar de las flores, sino que también come insectos, arañas y otros invertebrados pequeños. Esta ave es endémica de Puerto Rico, donde habita principalmente en la región montañosa. Sin embargo, también puede encontrarse en la costa y tierras bajas, aunque con menos frecuencia.
También llamado «Esmeralda de Puerto Rico», el Zumbadorcito es nuestro zumbador endémico más pequeño. Este es color verde iridiscente, tiene el pico corto y recto y la cola ahorquillada.
El Zumbadorcito se alimenta de néctar, insectos y arañas. Es común en el centro montañoso de la isla y en los bosques secos del suroeste, pero ha sido documentado en toda la isla con excepción del área noreste.
Mango de Puerto Rico
Mango de Puerto Rico hembra alimentando a su cría. Foto: Alberto López
Este zumbador es un ave pequeña con la espalda y parte de atrás de la cabeza color verde, el pico largo y curvo y la cola violeta oscuro. Antes era conocido como Zumbador Dorado, ya que cuando la luz le da directamente a sus plumas estas irradian destellos de ese color.
El macho y la hembra de esta especie muestran patrones de coloración diferentes (esto es un ejemplo de dimorfismo sexual en el plumaje). Los machos tienen la garganta verde y el pecho negro brillante, mientras que las hembras tienen la garganta, el pecho y vientre completamente blancos.
Este colibrí se alimenta principalmente de néctar, insectos y arañas, y habita nuestras costas y tierras bajas. Además de Puerto Rico, se encuentra también en las Islas Vírgenes. Hasta hace poco se le conocía como Zumbador Dorado y se pensaba que estaba también en La Española, pero recientemente se determinó que el de cada isla corresponde a una especie distinta.
Este picaflor se caracteriza por tener la garganta y el pecho verdes, de donde viene el nombre en inglés de Green-Throated Carib. Tiene además el vientre negro y una banda azul iridiscente en el pecho que no siempre se ve.
Al igual que las demás especies de colibríes de la isla, el Zumbador Pechiazul se alimenta de néctar e invertebrados pequeños. Esta especie habita en los llanos costeros, principalmente al este de Bayamón y Salinas. También se encuentra en Vieques, Culebra, las Antillas Menores e Islas Vírgenes.
Este es un ave pequeña con las partes dorsales verdes y el pico recto y corto. El macho tiene las partes frontales oscuras, mientras que la hembra tiene la garganta, el pecho y vientre color blanco. Sólo los machos tienen la cresta a la que alude su nombre.
La dieta de este colibrí consiste de néctar, arañas e insectos pequeños. Éste habita la costa, y es común desde Fajardo hasta Ceiba. También se encuentra en Vieques, Culebra y las Islas Vírgenes.
Todos los zumbadores residentes de Puerto Rico hacen nidos pequeños con forma de copa, que construyen utilizando fibra vegetal y otros materiales como líquenes, hojas y corteza. En ellos, las hembras ponen e incuban dos huevos.
Zumbador Dorado hembra anidando. Foto: Alberto López
¿Cómo identificarlos?
A continuación, algunas guías para aprender a distinguir e identificar los colibríes de Puerto Rico:
¿Dónde lo viste?
Como hemos discutido ya, casi todos los colibríes tienen distribuciones geográficas muy específicas. Generalmente, en el centro de la isla sólo vamos a encontrar dos especies: el Zumbadorcito y el Zumbador Verde, aunque estos también están presentes en otras partes. En la costa y tierras bajas alrededor de la isla el más común es el Zumbador Dorado. El Zumbador Crestado y el Zumbador Pechiazul sólo ocurren hacia el este, Vieques y Culebra.
¿Cuán grande era?
La forma y longitud del pico también puede ser útil para identificarlos. Los zumbadores grandes (Dorado, Verde y Pechiazul) tienen picos largos y curvos, mientras que los pequeños (Esmeralda y Crestado) tienen el pico corto y recto.
¿De qué color era?
Aunque todos son verdes por la espalda, los tres zumbadores grandes tiene coloración distinta en la parte del frente. El pecho y la garganta del Zumbador Pechiazul son verdes, mientras que en el Zumbador Dorado son de color negro en machos o blanco en hembras. Por otro lado, el Zumbador Verde es completamente verde.
Recuerda que las condiciones de luz afectan grandemente el color que reflejan estos pajaritos.
¿Algo más?
Sí. La distribución de los zumbadores pequeños no solapa. Es decir, no comparten en una misma zona. La Esmeralda domina en toda la isla menos en el noreste, Culebra y Vieques, donde abunda el Zumbador Crestado. Por último, en el centro de la isla sólo vamos a encontrar una especie grande y otra pequeña. Ya vimos que éstas son el Zumbador Verde (grande) y la Esmeralda (pequeña). Lo mismo ocurre en el noreste, Culebra y Vieques, donde las dos especies que vamos a ver son el Zumbador Pechiazul (grande) y el Zumbador Crestado (pequeña).
Su coloración brillante, sagaz vuelo y afinidad a las flores hace de los zumbadores aves espectaculares. Sin embargo, aún cuando están presentes en nuestros jardines, parques y bosques, incluso en la ciudad, a veces pasan desapercibidas. Tal vez sea por su tamaño, o quizás por nuestro ajetreo de todos los días.
Te invito a sacar un minuto, pararte frente a una flor y disfrutar de este espectáculo de la naturaleza. Sólo hay que alzar la vista.
Este artículo fue actualizado el 4 de junio de 2023.
El Pájaro Bobo Mayor (Coccyzus vieilloti) es un ave endémica de Puerto Rico que habita en mogotes, plantaciones de café, matorrales y áreas de bosque espeso. Aunque se encuentra alrededor de toda la isla, es más común en el Carso Norteño y en los bosques secos del suroeste.
En su libro Las aves de Puerto Rico, el Dr. Virgilio Biaggi describe esta especie como “de color achocolatado grisáceo por encima, grisáceo en el pecho, y café en el abdomen…”. El rabo de esta ave es particularmente vistoso por ser largo y tener bandas blancas y negras alternadas en la parte del frente. Otra característica que la distingue es el anillo rojo que tiene alrededor del ojo.
Esta ave es de hábitos inconspicuos, por lo que es escuchada más que vista. Su canto es impresionante y consiste de un enfático “ke, ke, ke, ke…” que parece resonar en todo el bosque.
El Pájaro Bobo Mayor puede posarse inmóvil en el dosel, antes de correr por las ramas de los árboles o volar de uno a otro para atrapar su alimento preferido: los lagartijos. Su nombre en inglés, Puerto Rican Lizard Cuckoo (Cuco Lagartero Puertorriqueño), refleja su preferencia por estos pequeños y abundantes reptiles, aunque también se alimenta de arañas e insectos grandes.
Localmente, al Pájaro Bobo Mayor se le conoce como Pájaro de Agua por la creencia de que su canto es augurio de lluvia.
El Pájaro Bobo Menor tiene partes ventrales amarillas. Foto por: Tom Friedel (Licencia Creative Commons).
Todos y todas deberíamos tener la oportunidad de ver y escuchar esta hermosa ave. Un lugar de fácil acceso donde es bastante común es el Bosque Estatal de Cambalache, entre Barceloneta y Arecibo.
Encuentra más información sobre esta ave aquí y aquí.
El Guaraguao Colirrojo (Buteo jamaicensis) es uno de los halcones más comunes y de más amplia distribución en Puerto Rico y el Mundo. Puede vérsele en bosques, humedales, urbanizaciones, áreas urbanas y jardines sobrevolando a gran altura o posado en la copa de algún árbol mientras escudriña sus alrededores buscando alimento.
El Guaraguao es un ave grande de plumaje marrón con las plumas de la cola rojizas. Sin embargo, el color rojo de su cola no siempre es visible, por lo que ésta no es la mejor característica para identificarla. En cambio, su tamaño y el color marrón de su cabeza, espalda y banda pectoral son marcas más confiables.
Durante la mayor parte del año, éste es uno de los pájaros más grandes que pueden observarse sobrevolando el interior isla.
Hay varias especies de aves que pueden parecerse al Guaraguao, especialmente mientras vuelan. El Aura Tiñosa, un buitre grande y de plumaje oscuro, se ve comúnmente y durante todo el año volando a gran altura en el suroeste de la isla, por lo que pueden confundirse. También puede parecérsele el Águila de Mar, un ave grande que puede observarse sobrevolando áreas costeras y ríosdurante el invierno.
El Guaraguao Colirrojo se encuentra ampliamente distribuido: habita desde Alaska hasta América Central y el Caribe Insular. Esta ave anida principalmente en la copa de árboles altos desde donde pueden ver a plenitud el paisaje. También pueden anidar en estructuras artificiales como postes, ventanas y edificios. Ambos padres construyen el nido, empollan los huevos y alimentan los polluelos.
A pesar de que algunas de estas especies viven en áreas boscosas y son difíciles de ver -sin mencionar que independientemente de cuál sea su hábitat, muchas están en peligro de extinción- varias de nuestras aves endémicas también se encuentran en parques, jardines y árboles de las zonas urbanas. El Carpintero y la Reina Mora son dos especies particularmente comunes tanto en áreas urbanas como rurales. La Calandria, aunque menos común y más difícil de ver, ocurre también con regularidad alrededor de la Isla.
La Calandria es un Ictérido, un oriol de las Américas. Este grupo de aves del «Nuevo Mundo» se caracteriza por ser de tamaño mediano y color negro con amarillo o anaranjado. La Calandria, el único oriol nativo de Puerto Rico, es color negro opaco con los hombros, la rabadilla y la base de la cola color amarillo.
El canto de esta ave es un silbido agudo y complejo que emite principalmente al amanecer (escúchalo aquí). El poeta cagüeño José Gautier Benítez hace mención del canto de la Calandria en la siguiente estrofa de su poema Americana:
«Tú eres la calandria leda que trina dulce, amorosa y yo un ave misteriosa quejándose en la arboleda.»
Aunque produce un trino hermoso durante las tempranas horas de la mañana, durante el día la Calandria sólo hace un sonido parecido a un «chic«.
Según la Sociedad Ornitológica de Puerto Rico (SOPI), la Calandria habita bosques secos y húmedos, incluyendo cafetales de sombra, plantaciones de cítricos, manglares, palmares y jardines urbanos. Esta especie se alimenta en el dosel y el estrato intermedio de los bosques donde vive. Aunque su dieta está compuesta principalmente de insectos (grillos, tijerillas, saltamontes, cucarachas, cigarras, escarabajos, orugas, hormigas y avispas), también se alimenta de frutas. La Calandria anida comúnmente en la Palma Real (Roystonea borinquena).
En Puerto Rico existen dos especies de ictéridos además de la Calandria. Una de éstas es el Oriol de Baltimore (Icterus galbula), una especie migratoria que nos visita en invierno. La otra es el Turpial (Icterus icterus; foto abajo), un ave que fue introducida desde América del Sur y se ha establecido en la isla.
Hace algunas semanas me enteré de que en el pueblo de Cabo Rojo fue avistada una Avoceta Americana (Recurvirostra americana). Aunque desapercibida para la mayoría de las personas, en el mundo de los observadores de aves o bird-watchers esta noticia ha sido de suma importancia. Y es que no se trata de cualquier visitante, ésta es una ocasión única. Ayer tuve la oportunidad –junto a Alberto López y Vanessa Ortíz— de de ir hasta el del Refugio de vida silvestre de Cabo Rojo, por el sector de Combate, para observar esta magnífica ave.
Según me contaron, esta especie ha sido observada en Puerto Rico menos de 5 veces en los últimos 30 años. Este tipo de avistamiento se conoce como «accidental», ya que nuestra isla está fuera de la ruta migratoria regular de esta ave. Es por eso que es tan especial su visita.
Habiendo viajado por más de dos horas para ver y fotografiar la Avoceta y cumplido esa meta, aprovechamos el viaje y dimos una vuelta por la Laguna Cartagena. Allí observamos varias especies como el Pato Dominico, Pato Zarcel, Sora, Gallareta, Gallareta Azul, Ibis Lustroso, Reinita Pica Tierra, Reinita Palmera, entre otras.
Las Salinas de Cabo Rojo y la Laguna Cartagena ofrecen lugares únicos en Puerto Rico para observar aves. Estos espectaculares ecosistemas no sólo albergan muchísimas especies a través del año, sino que se convierten en un refugio invernal año tras año para decenas de especies migratorias, algunas tan extraordinarias e inesperadas como la Avoceta.
Los cuerpos de agua de San Juan – sus lagunas, ríos, humedales, caños y mar – permiten que el encuentro entre lo urbano y la vida silvestre se dé abruptamente. Aquellos que estudiamos, vivimos o trabajamos en el «área metro» tenemos la oportunidad única de disfrutar la riqueza natural que provee el Estuario de la Bahía de San Juan. Mi amiga Mariana Muñiz Lara, anfitriona del blog Nananinas, se encontró con un majestuoso pájaro gris mientras caminaba ejercitándose por el Paseo Lineal Enrique Martí Coll en el Parque Central de San Juan. Incluyo a continuación algunas fotos que tomó con su celular.
La Yaboa Común (Nyctanassa violacea) es un pájaro grande, nativo de Puerto Rico, que habita estuarios, manglares, humedales, lagos, lagunas, ríos y otros cuerpos de agua, así como zonas costeras. Además de nuestra isla, la Yaboa se encuentra en el resto del Caribe Insular y algunas regiones de Norte, Sur y Centroamérica.
De hábitos principalmente nocturnos, la Yaboa se alimenta esperando inmóvil a su presa o moviéndose lentamente en aguas poco profundas. Su dieta consiste principalmente de cangrejos y otros crustáceos, aunque también se alimenta de peces, insectos y vertebrados terrestres pequeños. Durante la noche, esta ave suele aventurarse en urbanizaciones y espacios urbanos en busca de alimento, donde es posible verla caminando sobre la grama o sobrevolando. Aunque casi no vocaliza, en ocasiones emite un «cuark» particular, generalmente después del atardecer y antes de amanecer.
Aunque a veces pasa desapercibida, la Yaboa Común vive entre la gente aun en áreas densamente pobladas. Es otro vivo ejemplo de que las barreras entre la urbe y la vida silvestre son más borrosas de lo que parecen.
Ya que sabes lo que es una Yaboa Común, contesta nuestra encuesta!
Hace algunos meses comenté en este espacio sobre la partida de las aves migratorias que nos visitan en invierno. En estos días, luego de haber pasado el verano en Norteamérica, muchas de éstas han regresado al Caribe Insular. Algunas -como la Reinita Rayada- pasan por las Antillas en otoño como parte de su ruta hacia América del Sur, donde permanecerán el invierno. Otras se quedarán aquí hasta que los cambios climáticos que ocurren en el año vuelvan a motivar su partida.
Distribución: Residente en América del Norte, algunos individuos visitan el Caribe Insular y América del Sur durante el invierno.
Hábitat (PR): Charcas, lagunas, ríos y costas marinas.
Hábitos alimentarios: Se alimenta de peces, que captura lanzándose en picada sobre el agua.
Avistamientos recientes: Salinas de Cabo Rojo (27 de septiembre) y la Laguna San José en San Juan (3 de octubre).
2. Reinita Galana (Dendroica discolor)
ID: Pequeña reinita amarilla con estriado negro en los lados del pecho y un patrón negro en la cara. Mueve la cola con frecuencia.
Distribución: Reside y se reproduce en el este de los Estados Unidos. Algunos individuos pasan el invierno en las Antillas Mayores.
Hábitat (PR): Bordes de bosques secos y húmedos, manglares, cafetales y jardines.
Hábitos alimentarios: Se alimenta de insectos, frutas y nectar.
Avistamientos recientes: Cabo Rojo (27 de septiembre)
3. Reinita Rayada (Dendroica striata)
ID: Reinita grande. En invierno es color gris amarillento, con barras en las alas y estriado en los costados.
Distribución: No reside en un solo lugar durante el año. Se reproduce en Canadá y el norte de los Estados Unidos, es migratorio en la mitad este de Estados Unidos y el Caribe Insular y pasa el invierno en América del Sur.
Hábitat (PR): Bosques y áreas arbustivas.
Hábitos alimentarios: Se alimenta de insectos.
Avistamientos recientes: Parque Julio E. Monagas de Bayamón (9 de octubre)
Estuve de visita esta semana en una de las tantas urbanizaciones que se desbordan en el área metropolitana de San Juan y me topé con un visitante inesperado. Un ave cuyo canto particular –un trino melodioso y metálico– y espectacular coloración –azul cielo metálico en la cabeza, azul ozcuro en el dorso y amarillo brillante en las partes frontales– eluden el oído y ojo humano aún en los bosques densos donde habita. Desconocido entre casas y edificios, carreteras y automómiles, se movía ágilmente entre las ramas de un muérdago –una planta parasítica– que hizo su huésped a un Roble Blanco (Tabebuia heterophylla). Allí se alimentó durante unos minutos, salpicando el aire de notas metálicas y mostrando el esplendor de su plumaje ante mi mirada atónita, y siguió su camino. La última vez que tuve la oportunidad de apreciarlo con tanta claridad fue a miles de pies de elevación, en las montañas de Carite, en medio de un bosque denso y húmedo. No había casas allí, ni bullicio. No escuché ese día las bocinas de los carros en el tapón, ni los televisores coreando los programas de media tarde. No había gente.
Este encuentro con una especie tan particular en el corazón de San Juan es para mí una oportunidad de reflexionar sobre la importancia de los espacios verdes y bosques urbanos en medio de la ciudad. Cada árbol, cada ave, cada elemento vivo, no es sino un eslabón en una red compleja de relaciones poco entendidas pero sumamente importantes. Aún en la simplicidad aparente de estos espacios, siendo «bosques artificiales» en cierto sentido, con árboles y arbustos espaciados uniformemente a lo largo de aceras, calles y jardines, los mismos son importantes para la biodiversidad. Son numerosos los elementos de nuestra flora y fauna que los utilizan como parte de su ciclo de vida. Hay más que edificios, carros y gente en la ciudad. Estos lugares no son sólo nuestros, los compartimos con otros organismos que dependen de ellos para su subsistencia. No hay que viajar muy lejos para disfrutar de la llamada «naturaleza». Sólo hay que alzar la vista.