El Roble Plateado

Por Héctor

En Puerto Rico existen varios robles. Algunos, como el Roble de Sierra (Tabebuia rigida) y el Roble Cimmarrón (Tabebuia haemantha), son especies endémicas. El Roble Blanco (Tabebuia heterophylla), es nativo también de las Antillas. Además de éstas, que llegaron de forma natural a la isla, también hay  robles que fueron introducidos por el ser humano con propósitos ornamentales. Éstos se encuentran asociados a nuestros jardines, urbanizaciones y áreas urbanas. Algunos de estos robles introducidos son el Roble Amarillo (Handroanthus chrysotrichus), el Roble Venezolano (Tabebuia rosea) y el Roble Plateado (Tabebuia aurea). Varios de los arboles florecidos en esta época tienen flores amarillas, como Roble Plateado, el Roble Amarillo y el Saúco Amarillo (Tecoma stans). A continuación, incluyo algunas fotos del Roble Plateado que tomé en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Las acompaño con información que obtuve en la página: Árboles y palmas del Recinto Universitario de Mayagüez y anotaciones propias.

El Roble Plateado (T. aurea) es un árbol de tamaño mediano nativo de Suramérica.

Sus hojas son verdes, están compuestas de 5 a 7 hojuelas y tienen apariencia grisácea o plateada, de ahí su nombre común. El tronco de este árbol es áspero y de color crema con hendiduras oscuras. En ocasiones se ve casi completamente negro.

El Roble Plateado, como tantas otras plantas ornamentales, es un componente nuevo de la biodiversidad de Puerto Rico que fue introducido por el ser humano en tiempos recientes. Lo que provocó su introducción fue una noción estética particular, una idea de cómo deben lucir nuestros jardines y áreas urbanas. Su efecto en los ecosistemas locales y su interacción con otras especies no fue considerado entonces, y con toda seguridad no está siendo considerado en el presente. Su presencia, en mi opinión, es motivo de reflexión de nuestra enorme capacidad de transformar el mundo natural. Hace 100 años era quizá imposible que llegara a la isla sin nuestra ayuda. Ese poder de modificar el ambiente en que vivimos, si se ejercita de forma caprichosa, puede acarrear consecuencias nefastas. No hay forma de saber si la próxima vez tendremos tanta suerte.

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