¿Quién mató a “Jeremías”?
La siguiente columna fue publicada en El Nuevo Día el 27 de julio de 2013
Por RAFAEL L. JOGLAR

Jeremías es una Rana Toro (Lithobates catesbeianus, también Rana catesbeiana), como ésta, que vivió en el Bosque Urbano de la UPR. Foto por Dave Huth (licencia creative commons).
Durante los últimos 30 años, un grupo de estudiantes, profesores y empleados hemos trabajado arduamente en un sueño común: crear un bosque urbano en el corazón de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Le hemos llamado el Bosque Urbano de la UPR. El objetivo principal de este bosque es conservar y fomentar la biodiversidad en el Recinto, así que, entre otras medidas, será sembrado de especies nativas, endémicas y en peligro de extinción de Puerto Rico. También será un lugar para recreación pasiva y disfrute de la Naturaleza, además de ser un recurso educativo, ya que servirá como un laboratorio vivo.
Para hacer realidad este sueño hemos ofrecido charlas educativas en todas las facultades del Recinto y el Senado Académico. Hemos hecho reuniones con rectores, marchas, campamentos de desobediencia civil, simposios y reflexiones ambientales, entre otras actividades. Se evolucionó de la protesta a la propuesta. En todo momento se fomentó la participación más amplia posible en la toma de decisiones sobre los usos que le daríamos a ese “bosque” e inclusive se llegó a escribir un hermoso libro sobre su biodiversidad.
Hasta hace muy poco tiempo, contra viento y marea, habíamos sido exitosos en mantener vivo ese sueño. Y aunque por más de 30 años soplaron vientos a nuestro favor, recientemente han soplado vientos huracanados cargados de ignorancia y destrucción.
Mientras en Puerto Rico se comienza a hablar de la ética de la tierra, de aumentar del 8% al 35 % del territorio dedicado a la conservación, de mitigar los efectos del cambio climático mediante reforestación y de proteger las cuencas hidrográficas, en la UPR irónicamente hemos dado unos pasos gigantes en la dirección contraria. Con el título de “Construcción de acera principal, bancos y alumbrado del proyecto Parque del Centenario” se decide que el área “necesita” un acceso peatonal de 12 pies de ancho en concreto y con iluminación, a pasar por el centro del bosque. Según un comunicado, en las siguientes fases se “edificarán aceras de conexión con la acera principal y veredas”. En palabras sencillas, en la UPR se ha logrado matar el sueño y el bosque a la vez. Aunque en el proyecto original contemplaba algún acceso peatonal, el mismo era mediante paseos tablados y pasando por áreas en la periferia del bosque, nunca por el centro.
El proyecto actual ha comenzado el desastre ambiental y de biodiversidad más grande en la historia moderna de la UPR, ya que, entre otras cosas, fragmenta irreparablemente el bosque y su biodiversidad. Dicho proyecto se aleja demasiado del concepto establecido para el área en los últimos 30 años. Viola todos los acuerdos no negociables establecidos en el 2005. Justifica lo injustificable: destruir la única área verde en la UPR que no ha sido impactada y que tiene la mayor riqueza de biodiversidad de todo el Recinto. Trasgrede numerosas leyes y reglamentos ambientales. Trae problemas ambientales, ecológicos, de seguridad, de mantenimiento y económicos, entre otros.
Como si todo lo anterior fuera poco, el proyecto seguramente causó la muerte de “Jeremías”, una rana toro (Lithobates catesbeianus) que vivía en el bosque antes de este proyecto. Seguramente está muerta como consecuencia de este desastre. Su muerte, real o simbólica, representa la muerte real de miles de otros habitantes de este bosque (coquíes, ranitas, siguanas, lagartijos, gongolíes, caracoles, plantas, entre otras muchas especies).
Aunque se han cometido numerosos errores en esta área, aún podemos sacarla adelante y lograr nuestra meta: crear un bosque urbano en el corazón de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Podemos pasar de la teoría a la práctica en temas de la ética de la tierra y la conservación de biodiversidad. Con la ayuda de personas e instituciones comprometidas con la conservación podemos hacer de éste un proyecto emblemático del cual todos nos sintamos orgullosos. Puerto Rico está observando, no perdamos un minuto.